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La primera audiencia de testimoniales fue el martes en el Tribunal Penal de Oberá.

18/10/2017

Duro testimonio de los siete testigos del caso de la familia Knack

Duro testimonio de los siete testigos del caso de la familia Knack
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omenzó la primera audiencia de testimoniales en la mañana del martes en el Tribunal Penal de Oberá por el caso de la familia Knack, más conocido como la masacre de Panambí sucedido en la noche del 25 de mayo del año 2014, cuando un grupo de malvivientes asaltaron, y torturaron de forma cruel y violenta a Oscar Carlos Knack (44), Graciela Mojsiuk (42) y dos de los hijos de la pareja.

En el Tribunal Penal de Oberá colaboraron con la causa siete testigos que ofrecieron su relato a los camaristas Francisco Aguirre, Lilia Avendaño y José Pablo Rivero; de la fiscal Miriam Silke, del representante de la querella, Javier Millán Barredo, y de los defensores de los acusados, Eduardo Paredes y María Cristina Salguero (asisten a Pablo Julio Paz y Juan Ramón Godoy), y Ramón Grinhauz (defiende a Marcial Alegre).

La audiencia empezó a las 8.40 del martes y los acusados aclararon que iban a comparecer “en el transcurso del juicio”. Es decir, cuando consideren oportuno.

Godoy, Paz y Alegre siguieron la audiencia impávidos, sin mostrar emoción alguna.

 

Los relatos

 

Norma Esther Dranchenberg fue una de las primeras personas en socorrer a las víctimas de la Masacre de Panambí. Entre sollozos detalló lo que recordó del día trágico.

“Ese 25 de mayo a la tardecita, mi cuñado Oscar Carlos (Knack) apareció en la casa donde estábamos y pidió ayuda. Estaba todo quemado. Primero preguntamos quién era. No lo habíamos reconocido. Le dimos una silla. El pedía que vayan a socorrer a los demás, que habían sido asaltados y quemados. Mis nenes quedaron a cuidarlo y mi marido fue a la casa de Carlos”, dijo, muy compungida.

Ella alcanzó a hablar con Bianca. “Estaba muy malherida. Decía que no iba a aguantar el dolor. Contó que primero habían entrado tres delincuentes por la parte trasera de la casa y que empezaron a pegarle a su padre. Después dijo que a ella la sentaron en una silla y empezaron a quemarla con alcohol”, detalló.

Norma precisó que el fuego había consumido las orejas y la nariz de Bianca. Más de una vez remarcó que fue un horror indescriptible.

Germán Alexander Mojsiuk es sobrino del matrimonio asesinado. Admitió que hasta ahora recuerda el olor a carne quemada de las víctimas.

“Mi tío Carlitos Knack golpeó la ventana pidiendo auxilio. Estábamos en la casa de un vecino”, evocó.

“Mamá y yo fuimos a la comisaría. Avisamos y fuimos a la casa en mis tíos. A la primera que veo es a mi prima Bianca, que estaba sobre una sábana. Con el vecino José Serfas apagamos el incendio. Había fuego en la cocina y en las piezas”, agregó.

“Después ayudé a Cristian a subir al auto con el que lo llevaron al hospital. Él estaba ensangrentado, con todo el pelo quemado. Era algo muy feo de presenciar. Aún recuerdo el olor a carne quemada”, admitió.

Después declaró el padre de Germán, Tony.

Su testimonio coincidió con el de su hijo. Fue otro testigo de la crueldad extrema con la que la banda atacó a los Knack para robarle 460 mil pesos.

“Cuando llegamos a la casa, había silencio. Esperamos un poco porque no sabíamos qué había adentro. Entonces escuché a mi hermana Graciela diciendo ‘ayuda, ayuda’”. Respiró hondo Tony. Fue muy duro. “Vi a mis sobrinos y a Graciela quemados de pie a cabeza”.

“Bianca y mi hermana estaban completamente desnudas. Ni la ropa interior les había quedado. Yo subí a Bianca a mi vehículo y la llevé con mi señora a Oberá. En el camino ella contó que el papá le había entregado la plata que tenía a los asaltantes, pero que estos querían más”, declaró.

El único sobreviviente de la Masacre, Carlos “Nano” Knack, rememoró lo que sucedió el 25 de mayo de 2014, el día en que su vida cambió para siempre por obra de una banda de asaltantes que torturó y luego le prendió fuego a su familia.

Dijo que ese mediodía había celebrado su cumpleaños y que por la tarde llevó a su novia a la casa. Allí estaba cuando aparecieron los ladrones. Estar con quien ahora es su esposa le salvó la vida.

“Me avisaron por teléfono y cuando volví mi familia estaba completamente quemada, sin ropa”, se quebró.

“Mamá y papá fueron llevados en un móvil de la Policía hasta el Samic de Oberá. Fui con ellos haciendo preguntas. Ellos dijeron que papá y Cristian fueron separados de las mujeres (mamá y Bianca). A los dos los golpearon mucho. Sobre todo a Cristian. Después empezaron a torturar a Bianca al grito de ‘entreguen la plata’. Le prendían fuego”, relató.

“En determinado momento, les dieron la plata, que estaba en una caja de zapatos. Pero el monto que encontraron los asaltantes no era el que esperaban. Papá les ofreció los cheques, pero ellos dijeron que no eran pavos, que no querían cheques”, agregó.

Según Nano, “hablé con Cristian también y él me dijo que había reconocido a uno de ellos. Aseguró que era uno que iba a comprar machimbre, un ex prefecturiano”.

“Nadie sabía que ese día Cristian iba a realizar un cobro en Cuatro Bocas, Corrientes”, remarcó.

Sobre ese comprador de machimbre al que Cristian reconoció entre los asaltantes, dijo que era un hombre del que su padre había empezado a celar, porque se había el simpático con la madre. No pudo aportar una descripción, porque no lo había visto.

 

“Que yo sepa, esa familia no tenía problemas con nadie”

José Serfas es otro de los vecinos que socorrió a las víctimas de la Masacre de Panambí. Hasta su casa corrió Oscar Carlos Knack pidiendo auxilio luego del asalto letal ocurrido en la casa del Kilómetro 7 de la ruta provincial 5.

“Carlitos Knack estaba irreconocible. Solo de slip. Su ropa se había quemado. Pidió ayuda para su familia. Entonces fuimos a la casa y encontramos a Graciela Mojsiuk, a Bianca y a Cristian tirados en el pasto, igual de quemados”, recordó.

Serfas admitió que pensó que Bianca había fallecido cuando él se acercó. “Estaba muy quieta. Pero después reaccionó y dijo quién me está tocando, cuando la auxiliaron”, apuntó.

La casa de los Serfas está a poco más de dos cuadras de la residencia y del aserradero de la familia Knack.

“Que yo sepa, esa familia no tenía problemas con nadie”, afirmó.

Gisela Schwartz era la mujer de Serfas al momento del hecho. Ella también declaró como testigo.

“El pedido de socorro de Knack nos asustó. Estábamos tomando unos mates y compartiendo unas chipitas”, dijo sobre aquel 25 de mayo.

“Lo reconocimos por la voz. Toda mi familia está quemada, dijo. Lo sentamos en un sillón y solo decía: ayúdennos. ‘Llámalo urgente a Nano’”, era otra cosa que decía, según la mujer.

“Me puse en schock al verlo. Dijo que no quería entrar a la casa porque la lluvia que caía le aliviaba el dolor. Entonces pensé en cómo sería el estado de los demás, de Bianca sobre todo”, señaló Gisela.

Sobre la breve charla que tuvo con Oscar recordó que el hombre decía que se iba a morir si no lo ayudaban y repetía que quienes le habían hecho eso a su familia lo iban a pagar.

“También hablé con Cristian Knack. En el camino de su casa al hospital, me contó que los ladrones eran cinco y que vio que algunos usaban alpargatas blancas”, expresó la testigo.

Gisela cerró el testimonio con la última imagen que tuvo esa noche de terror: “Recuerdo los gritos de Bianca llamándole al padre, pidiendo que la ayudara”.

Por último declararon los hermanos Miriam y Rodolfo Richter. El primero es la esposa de “Nano” Knack. Ella y su familiar fueron a la casa donde sucedió todo, pero después de que los heridos ya habían sido llevados al hospital. No aportaron nada relevante.

Fuente: Misiones on line.

 

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